El historiador romano,Cayo Crispo Salustio solía decir a quienes vivían junto a él: " Si me envidian el honor que tengo, envidian también mis trabajos,mi conducta y los peligros en que me he visto,pues por tales medios lo he adquirido ". Recuerdo la frase de un desesperante libro que me hizo padecer cierto profesor en mis años de estudio de letras puras. También recuerdo al filósofo Kierkegaard y su tratado de la desesperación.Decía que la envidia es ,con frecuencia, una admiración que se disimula. Esa es la clave. En mitad del fango, la perfección estilizada de una rosa puede resultar enfermiza o aterradora.Tanto es así que no es el barro quien envidia a la rosa sino la rosa quien termina por envidiar al barro.Digo esto porque la envidia es una de las virtudes más grandes que tenemos .No es ni más ni menos que una búsqueda de la felicidad.Son muchos los que la buscan y por lo tanto los envidiosos a los que no les importa dejar en la cuneta a sus amigos,compañeros e incluso familia.Quizás por eso he tomado una firme decisión,seguiré solo por este camino ,nada fácil ,que conduce a la reserva privada de mi soledad.
No hay comentarios :
Publicar un comentario