No se enteran o no se quieren enterar esos que ahora rigen el destino de la ciudadanía,los interinos gobernantes.Me refiero a todos, sean de uno u otro signo político.Cuando consiguen el poder, poco diferencia el pueblo entre la izquierda y la derecha,casi todos son iguales.Los ilusos votantes esperan, antes de introducir el voto en las urnas, que el cambio les beneficie y lo único que constatan es el progreso económico de los que salen elegidos.Es cuando llega la decepción y el arrepentimiento. Entre éstos últimos hay algunos atrevidos y emulan, siendo becarios, a cazadores de raza.Son aprendices de depredadores que intentan hacerse con presas a base de engaños o cepos de plumas.Ocurre que cuando la trampa no es mortal el cautivo puede escapar. El trampero solo prolonga el acto de la muerte, con la consiguiente pérdida de confianza para el que le encargó la cacería.Cazador cazado dice el refrán.Ambos son culpables.Uno por no saber o no dejarse aconsejar bien y el otro por encomendar la tarea al que no está preparado para tal fin. Suelen ser gentes que para prodigarse acuden a sitios amigos donde levantan la voz y el pescuezo, en una huida hacía adelante, a sabiendas de que el tiro les puede salir por la culata.Esconden su fracaso y por ende del equipo en el que juegan.Se prolonga la cacería y con ella el mensaje de los detractores a ese acto.“Trampeando y mintiendo, vamos viviendo, mintiendo y trampeando, vamos pasando.” El cazador tiene fama de mentiroso y a veces bien que se la gana.Lamentable acción, consiguiente reacción. Ea.
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