Llega el buen tiempo y ,como Jaén no tiene playa,la denominada costa tropical andaluza sirve de punto de encuentro para representantes jaeneros de ambos lados del espectro político, de la izquierda y la derecha. Me cuentan que cuando entra la noche, aquello parece un aquelarre. Estrategias, conspiraciones y críticas,todo bañado con el mejor alcohol. Una mezcla peligrosa que poco a poco irá erosionando supuestos y envidiados liderazgos. Cuando se suelta la lengua llega la desconfianza y el fracaso. Tienen claro el resultado y mientras con una mano señalan al jefe, cruzan los dedos de la otra,escondida junto a sus posaderas. Están agazapados preparando el cambio. Aprendieron en la escuela del teatro la sonrisa falsa y el lloro hipócrita. Su puesta en escena, ante los que dirigen sus pasos y pagan sus viajes, es buena. Lo que ocurre es que en Jaén son muchos los ciudadanos que han dejado de acudir a funciones de mala calidad , en las que solo les ofrecen los cuentos de nunca acabar. Ea
" Para evitar las críticas, no hagas nada, no digas nada, no seas nada."
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