Cuando alguien constata que se está cayendo se agarra a un clavo ardiendo y ,si es preciso, utiliza la mentira para desvirtuar la realidad. Ejemplos hay muchos en nuestra cotidiana vida, sobretodo en el ámbito de la política más cercana. Nuestros representantes en las administraciones públicas se creen que están por encima de todo y consideran tontos a los ciudadanos. De forma torticera ofrecen números que avalarían la buena gestión que realizan. Sin embargo , los auténticos notarios de la realidad les enmiendan la plana y sacan a relucir la mentira realizada al pueblo. La desesperación no es buena. Antes de haber elegido el camino por el que sabían podían caer, hubiera sido prudente sopesar el viaje. ¿Quiénes seguirán ahora a los que de forma precipitada eligieron ese derrotero?. Tendrá que pasar mucho tiempo para que la ciudadanía olvide y sobretodo para que curen las heridas del tremendo batacazo. Ea
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