La pesadilla había sido bestial. Toda la
noche envuelto en aquella nube de polvo y con aquellos ruidos del pistón y el
aspirador. No encontraba explicación alguna. Al abrir los ojos llegó la luz. Supe
de mi por una mancha en mi mano izquierda. Era de color negro y desconocía su
procedencia. Tras investigar en mi entorno descubrí su origen. Había más gotas
de aquel pincel en la mesa y al lado un bote de pintura de Gimp. No recordaba
haberlo utilizado. En aquel momento no le di más importancia. Salí de casa y
caminé hasta coger el autobús que me llevaría a mi lugar de trabajo. Conseguí
un asiento pero no dejaba de mirar aquella marca. No crucé ni un solo saludo
con mis conocidos a los que causó sorpresa la falta de cortesía. Aquella mancha
que no quise borrar me tenía abstraído. Jamás habría imaginado ese final. Llegué a mi despacho,
encendí el ordenador. Mientras la máquina ponía en orden todo el software
almacenado el dedo índice de mi mano derecha tocaba aquella mancha. Al abrir el
correo electrónico había decenas de notificaciones pero tan solo una extraña.
No lo pensé dos veces y al ejecutar aquel archivo adjunto se propagó una imagen
que me produjo una impresión casi caricaturesca .Miré a mi alrededor y el
aspecto de los compañeros era parecido.
Mi jefe observó mi raro comportamiento y casi me mete su dedo en el ojo al
preguntar lo que me pasaba. Me miré la mano izquierda, la derecha y luego los
pies. Me puse aquellas gafas y me acerqué al cuarto de baño. El espejo me
ofreció mi anchura, longitud y profundidad. No había bebido alcohol ni consumido
drogas. Era una visión desvirtuada. Fue entonces cuando descubrí mi yo. Un
prototipo de esta sociedad, eso sí de calidad. Me moldearon con agua y arena al
tiempo que me embadurnaban con cera y resina colorada, tal y como he aprendido
a hacer con otros. Ahora comprendo mi afición a la tecnología, a escanear y
contar la realidad circundante. Soy el producto de un programa informático. A
diario escupo el polvo de la celulosa, como de esto. Son mis vecinos los que después me ofrecen su
impresión sobre lo que cuento. Al irme a la cama y quitarme los zapatos he
descubierto como me llamo. En la suela de uno de ellos estaba escrito mi
nombre, con pintura de Gimp. Esta es la realidad, una simulación. Ahora toca
dormir y soñar. Mañana será otro día.
" Para evitar las críticas, no hagas nada, no digas nada, no seas nada."
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